(CNN) - Ver violencia en la televisión o ver la tele antes de acostarse puede provocar problemas de sueño a los niños en edad preescolar, según un nuevo estudio publicado en la revista Pediatrics.Los expertos saben desde hace tiempo que demasiado tiempo de televisión puede repercutir negativamente en nuestro sueño, pero esta nueva investigación descubre que lo que ven los niños pequeños y cuándo lo ven también puede influir.El estudio analizó los hábitos televisivos y los problemas de sueño de más de 600 niños en edad preescolar de Seattle. Cuando los niños veían la televisión adecuada a su edad por la mañana o por la tarde, no tenían problemas de sueño, pero cuando los programas contenían violencia, era más probable que los jóvenes tuvieran pesadillas y se despertaran cansados.Parte del problema, dicen los investigadores, es que los niños más pequeños ven programas pensados para niños mayores, y los preescolares aún no pueden distinguir la fantasía de la realidad: "Para un niño de 7 a 10 años, están realmente en un punto en el que cognitivamente pueden comprender que eso no es violencia real y pueden ver el humor en ello, no es aterrador para ellos. Pero los niños de 3 a 5 años aún no han alcanzado ese nivel de desarrollo", explica la doctora Michelle Garrison, autora del estudio, del Instituto de Investigación Infantil de Seattle. Garrison también descubrió que ver la televisión justo antes de acostarse dificultaba el sueño de los niños, lo que se traducía en más pesadillas y despertares durante la noche, aunque los programas fueran educativos y estuvieran dirigidos específicamente a los niños pequeños. "El tiempo frente a la pantalla durante la hora antes de acostarse puede excitar más a los niños y luego les costará más dormirse", explica Garrison, que sugiere a los padres que apaguen el televisor al menos 60 minutos antes de que los niños se acuesten.Los programas destinados a los adultos también entrañan riesgos, dice, y aconseja a los padres que no vean programas potencialmente violentos, como las noticias de la noche, cuando haya niños en la habitación: "Aunque piensen que el niño no está prestando atención, lo está absorbiendo y verá tiroteos e imágenes de guerra, y realmente no tiene capacidad para comprender que eso no está ocurriendo necesariamente allí mismo, en su barrio, ahora mismo", dice Garrison.Los niños que tenían televisores en sus habitaciones tendían a ver más que otros niños y veían más programas violentos. Cuando se preguntó a los padres sobre la posibilidad de tener un televisor en el dormitorio, muchos dijeron que pensaban que ayudaría a sus hijos a dormir, pero esto no es lo que demuestran los estudios: "A veces los padres miran a sus hijos distraídos delante del televisor y piensan que están muy relajados. Pero, a menudo, cuando los niños tienen ese aspecto de estar distraídos, en realidad están sobreestimulados y no relajados", explica Garrison.La Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños en edad preescolar no vean más de dos horas de televisión al día. La Academia señala que la programación de alta calidad dirigida a este grupo de edad no sólo ofrece beneficios educativos, sino que también puede ayudar a desarrollar habilidades sociales: "Puede ayudar a los niños a aprender a resolver problemas de forma cooperativa, a negociar cosas y a aprender empatía", dice Garrison.Los expertos ofrecen estos consejos para ayudar a los padres con los hábitos televisivos de sus hijos. En primer lugar, saca el televisor del dormitorio y ve la tele con tu hijo siempre que puedas: "Y fíjate en lo que ves; es decir, si es algo que consideras apropiado para tu hijo. Quizá quieras ver primero el programa para ver si está bien que lo vea tu hijo o si es demasiado intenso. Y, por último, no tengas miedo de apagar el televisor", dice el pediatra Don Shifrin, ex presidente del Comité de Comunicaciones de la Academia Americana de PediatríaOtra buena fuente para las familias es Common Sense Media, según Garrison. Este sitio web ofrece reseñas sobre programas de TV y películas, analizando los niveles de violencia, contenido terrorífico y valor educativo.